Page 11 - Gaceta Enero - Febrero 2025

disimular el signo y el síntoma por medio de
acciones que atenúen o suavicen el
sufrimiento. La industria del entretenimiento y
farmacéutica son dos de los bastiones del
gran proyecto llamado capitalismo. El
entretenimiento se asume como el bálsamo que
motiva y da interés a la vida por medio del placer.
Un trabajador u obrero ha sido
convencido que placer es equivalente a felicidad,
y para alcanzarla, busca por medios
artificiales reproducir esa experiencia hedonista,
la que al final solo incrementará su grado
de insatisfacción. Entretener la mente del
trabajador procura que su atención no esté
enfocada hacia aquellos aspectos que le
mantienen alienado. Adicionalmente y
aprovechándose de su falta de consciencia le
ponen a seguir un mundo de ilusión, uno en
el que un grupo muy selecto ha impuesto para
considerarle alguien que valga la pena. De
igual forma, industria farmacéutica, ha colocado
expendios de medicamentos en cada
esquina como verdaderos oasis que socorren el
sufrimiento de las personas. Dentro de la
amplia variedad de medicamentos, se encuentran
los que han sido diseñados para mitigar
el dolor. También encontramos los que animan y
motivan a continuar con el consumo y la
producción, aspectos fundamentales para
mantener la riqueza de unos cuantos. En una
época en donde se tiene la creencia que trabajar
más, es equivalente a mayor bienestar,
las vitaminas, los energizantes, los suplementos
alimenticios, entre otros, se convierten en
necesarios para alcanzar el tan anhelado
propósito. “La sociedad del rendimiento, como
sociedad activa, está convirtiéndose
paulatinamente en una sociedad del dopaje.”
(Han,2019). Las diferentes actividades llevadas a
cabo en las instituciones de educación
pública como privada sugieren estar más bien
encaminadas a la ejecución de procesos
automatizados. Parece más importar la forma que
el mismo contenido, la apariencia da
paso a la simulación y el acto educativo se
convierte en un proceso de reproducción. La
escuela a la que se le adjudica una labor
formativa prescinde de aquellos contenidos que
parecen no servir a la maquinaria social.
El amor, la felicidad como fortalezas humanas no
aparecen en la curricula escolar y la
autorrealización o la trascendencia parecen no
ser
tan importantes. Entre los estudiantes es más
popular la idea de que el trabajo es el
medio que les permitirá alcanzar el bienestar
No cabe la menor duda de que un trabajo
bien remunerado puede servir para cubrir ciertas
necesidades básicas. No obstante,
existen otras necesidades de tipo trascendental,
como lo refiere Maslow (1908-1970) en
su texto titulado El hombre autorrealizado, que no
podrán ser satisfechas a través de
medios materiales. Estudiantes del todo el mundo
van a la escuela sin tener consciencia
clara del por qué o para qué, son simplemente
obligados a ir con la promesa de que algún
día serán alguien que valga la pena. Su
concepción de éxito está íntimamente
relacionada
a la capacidad para generar economía, que como
antes se mencionó se encuentra
anclada a la ideología modernista. Su visión
reduccionista no es una casualidad, muchos
de ellos son el resultado de algún tipo de
«injusticia epistémica» ya que por algún motivo
no tuvieron acceso al conocimiento. Son un tipo
de alumnos que se encuentran
adoctrinados desde su primera infancia de
manera ahistórica y acrítica. Esto genera en
ellos una confusión importante, pues piensan
que, para alcanzar la felicidad, la realización
personal o el bienestar, tienen solo que cumplir
mecánicamente con lo requerido por la
sociedad a través el profesor o institución
educativa. Por lo tanto, no les interesa el
autoconocimiento, lo relacionado con la
consciencia. Así mismo comenta: “El objetivo de
la individuación no es otro que liberar al
sí-mismo, por una parte, de las falsas envolturas
de la persona; y por otra de la fuerza sugestiva
que ejercen las imágenes del inconsciente.”
(Jung, 1993, p. 71). Cuando el maestro sepa más
de sí, cuando se entere de su condición
alienante y de las múltiples máscaras que
usurpan su voluntad, cuando establezca la
diferencia entre lo que es en esencia y lo que es
por enajenación, seguramente podrá
conectar con su Ser, florecer y alcanzar el
bienestar. Solo en ese momento podrá estar en
la mejor condición para acompañar a otros por el
camino de la liberación, convirtiéndose
en un faro de luz y disipar las tinieblas de la
ignorancia, tal vez la educación no se trate de
enseñar al otro a ser lo que uno cree que deba
ser, sino a enseñar a que el otro sea, lo
que en verdad es. 9